El Guasón y la violencia
como recurso

Por Federico Toledo. Psicólogo.
Responsable de la Licenciatura en Psicología en UADE.




El Guasón, villano antagónico de Batman​, y su manifestación constante sumergida en el delirio reflejan a la perfección el proceso de transformación psicológica sufrida por un individuo que, de a poco, encuentra en la violencia el único recurso de expresión auténtico.

Existen instintos dominantes innatos vinculados a estas expresiones que son parte de nuestra existencia y que debemos aprender a controlar a lo largo de nuestro crecimiento. Se trata de conductas que se adquieren mediante la imitación de los miembros cercanos con esa misma conducta.

Lo cierto es que, vivir en sociedad limita nuestras expresiones agresivas, sabiendo que la autorregulación es indispensable para la sana convivencia y consenso. Pero, ¿cómo aprendemos a lidiar con la frustración de que las cosas no siempre sean como queremos que sean?

Parte del aprendizaje es comprender que la frustración es una parte fundamental del desarrollo; la repetición hace a la práctica y eso lleva al aprendizaje. No se puede concebir un logro como tal sin haber vivenciado en primer lugar el fracaso.

La integración del “no” como una construcción del límite es necesaria para un correcto desarrollo de las potencialidades, entendiendo el éxito como una sumatoria de intercambios sociales y vivencias que implica correrse de la zona de confort y hacer frente a nuestras angustias.

La ruptura de las instituciones, la falta de confianza pública y la comunidad en decadencia que se ven en Ciudad Gótica, pero que pueden hacer referencia a una realidad latente, son algunos de los principales causantes de la falta de autorregulación que da lugar a la impulsividad de los actos desmedidos.

La ausencia de un contexto social que permita la construcción mediante la superación de dificultades a través de un recorrido personal solapa una falsa seguridad que se manifiesta por la respuesta inmediata a la búsqueda de la vida placentera y satisfacción personal que no da lugar a la desilusión. La supremacía del deseo y la búsqueda del placer inmediato refieren a una estimulación cuya respuesta no nos ofrece nada más que una sensación de insatisfacción estructural a largo plazo.

La intolerancia está relacionada con la incapacidad de afrontar esa herida narcisista, el enojo de no poder hacer algo cuya consecuencia final es el límite real. El principal inconveniente es que, cuando surge el límite como tal y concreto, no contamos con los recursos para hacer frente a esa situación, principalmente por estar inmersos en una realidad Gótica de héroes y villanos donde todo se nos ofrece como si fuéramos el murciélago con capa y todo. Se puede considerar que la agresividad es consecuencia de la no tolerancia por la espera e insatisfacción inmediata.

El modo en que canalizamos nuestras emociones básicas reside en cada uno de nosotros. Nuestros recursos puestos a disposición, pensando siempre en una respuesta empática que busca el bien común es sustancial para lograr un verdadero compromiso sociocomunitario.

El verdadero desafío es buscar el consenso mediante el diálogo y el intercambio, entender que la violencia no puede ser un modo de expresión naturalizado con consecuencias nocivas para las partes involucradas. Fomentemos el respeto y la tolerancia mediante la construcción del consenso, evitemos ser villanos o superhéroes.

Fuente: Clarín