Reporte FinLab

EFEMÉRIDES BURSÁTILES

Compañía del Mar Del Sur


Transcurría el año 1711 y con él la Guerra de Sucesión. Imperios como el británico presentaban un agujero fiscal literalmente inconmensurable luego de un intenso siglo bélico. La solución a tal impagable compromiso fue crear una empresa que fuese capaz de financiarse en el mercado bursátil y poder así ser prestamista de la Corona.

El entramado consistía en que la deuda pública podría ser canjeada por las acciones de la denominada “Compañía del Mar del Sur”. Lo interesante es que la obligación hacia la compañía iba a ser con una tasa de interés mucho más baja que la original, aunque a perpetuidad. Así, se emitirían acciones iguales a una porción de la deuda.

Durante la década, el principal objetivo de la compañía fue motivar a los inversores a canjear su deuda por las acciones. Para ello, y luego de que el propio Rey George I invirtiera en la mencionada empresa, se le concedió a la compañía el monopolio británico para la comercialización de esclavos y del comercio con las colonias españolas de Sudamérica, concedido por la Corona Española en el Tratado de Paz de la Guerra de Sucesión.

El balance entre deuda y acciones debía cumplirse en el momento de emisión (£1000 de deuda = 1000 acciones de £1), pero el negocio, para la cabeza de la compañía, se presentaba con la cotización: Un aumento del precio era sinónimo de poder vender acciones y, a su vez, mantener la equidad deuda-acciones ya que, con menos valores se lograba la igualdad. Viendo esta posibilidad de amasar una gran fortuna, entre 1719 y 1720 la empresa acordó emitir acciones por la totalidad de la deuda. ¿Quién no iba a querer invertir en una empresa que representaba casi todo el mercado de capitales, prometía dividendos, prestaba dinero para comprar acciones y permitía apalancarse pagando, en un comienzo, solo el 10% de su valor?

En ese último año, el valor de la acción había crecido un 900%. Para ese entonces, la nafta se agotó y así el fuego irracional. La compañía no contaba con efectivo para seguir prestando ni pagando dividendos, ya que en realidad, era una simple empresa deficitaria que prácticamente no operaba. Ningún inversor había analizado la letra chica del Tratado: Gran Bretaña podría comercializar con las colonias españolas solo un barco al año.

Viendo imposible seguir inflando la burbuja, las ventas fueron inevitables y así la brusca caída del precio de las acciones hasta su nivel inicial. Como consecuencia, una gran recesión azotó, y el Estado debió absorber las deudas adquiridas por inversores. La burbuja revelaba, de esa manera, la debilidad institucional de la monarquía británica.

Un rumor histórico relata que ni la vanagloriada mente de Isaac Newton se resistió a participar en esta efeméride, perdiendo una gran fortuna, pero regalándole al futuro una célebre frase que se le atribuye: "Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres". Y si todavía te estás preguntando de qué sirve aprender Historia, podríamos preguntarle al Reino Unido que, al día de hoy, 300 años después, sigue pagando los intereses generados por esta burbuja.




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